domingo, 6 de octubre de 2013

Siempre queda algo.

Siempre estará el ¿por qué me gustaba? Algo tendría que tener. Algo que puede que te siga gustando. Que en realidad quieres decirte a ti misma que ya no te gusta, pero en este caso el corazón puede más que el cerebro. Y aun que no quieras reconocerlo, en el fondo sabes que por muy poco que sea, tiene algo que te gusta. No sabes qué, pero te gusta. Tal vez hasta te enamora. El pensamiento de decir: este tío es gilipollas, lo tengo al lado y tengo que soportarle, pero le quiero y amo que esté junto a mi y que sea tan imbécil, que ojalá fuera mi imbécil. ¿Que por qué cojones a la que mira y sonríe es a esa que tiene al lado y no a mí? Y es cuando en este caso el cerebro puede más que el corazón y todo vuelve a ser como antes, a pesar de que en el muy fondo quede algo. Y puede quedarse ahí, siempre y cuando nadie hurgue...

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