Llega el momento de decir: Ya. Porque todo acaba. Aun que no lo quieras.
Entonces intentas recordar como empezó todo. Sonríes. Y te das cuenta
de que todo empezó hace mucho, cuando nadie se lo esperaba. De niños. Y
ves lo importante que es esa persona para ti. Y la buscas, y las vuelves
a buscar. Y no paras hasta encontrarla, y decirla lo mucho que la
quieres, lo mucho que te importa. Que quieres que esto sea para siempre.
Y que nunca, nunca se acabe.
Entonces esa otra persona a la que tanto ansiabas ver y volver a estar
con ella dice: No, lo siento. Y ves como todo tu mundo se derrumba,
porque esa persona se aleja, y tú corres detrás, pero nunca la alcanzas,
justo cuando la vas a tocar, esa persona echa a correr más. Hasta que
la pierdes de vista, y no la vuelves a ver.
Tú te rindes, y decides olvidar.
Pero lo que tú no sabes es que acabarás reencontrandote con esa persona; es el destino. Y entonces tendrás que elegir.